Había pasado un mes de la muerte de sus padres y solo les había hecho una visita desde aquel maldito accidente, dijeron la policía de ello que había sido como cualquier oto accidente pero ella sabía que había sido algo más y que aunque lo investigaran el autor quedaría impune, ya que jamás lo encontrarían... ella sabía que unos simples humanos no iban a arreglar nada de lo sucedido.
Sus puños se apretaron con fuerza dejando los nudillos rojizos, ¿qué más podía hacer? -tsk...- Derramó una pequeña lágrima que bajaba desde su ojo derecho hasta su barbilla, donde caía al vacío y moría en el mismo. Sentía tristeza y un gran vacío en su corazón... pero era peor aquella impotencia y rabia reprimida en su alma.
-¿Por qué ella ha sido tan injusta de arrebatarme lo que yo más quería?- Hablaba para sí con un tono de voz bajo.
Ante ella yacían ambas tumbas juntas, sus ojos eran de un color grisáceo, algo oscuro y de mirada vacía; el tiempo lo acompañaba con una suave lluvia de tonos apagados y melancólicos, mojando sus cabellos y haciéndolos caer sin volumen por su cara y cuerpo también mojado, su ropa también quedaba húmeda al poco de empaparse con las gotas acuosas. Ella no dejaba de mirarlos como si estuvieran tumbados ante ella, dormidos profundamente... Se sentó de rodillas al suelo y encima de cada una puso una rosa blanca, su rostro esbozó una leve sonrisa apenas visible y sus lágrimas eran más abundantes, confundiendo éstas con la lluvia pero no pudiendo ocultar sus vidriosos ojos.
-Os quiero...- musitaba.